Clima: A mayor altitud, generalmente se encuentra un clima más fresco y estable, con temperaturas más moderadas y menos variaciones diurnas. Esto crea un ambiente propicio para el desarrollo lento y maduración de los granos de café, lo que aporta sabores más complejos y notas ácidas más pronunciadas al café arábica.
Luminosidad: La altura también impacta en la cantidad y calidad de la luz solar que las plantas de café reciben. En altitudes más altas, la luz solar puede ser más intensa y difusa, lo que favorece la fotosíntesis y la acumulación de azúcares en los granos. Estos azúcares contribuyen a un sabor más dulce y completo en la taza.
Variación de temperatura: Las temperaturas más frescas en altitudes más elevadas permiten que los granos de café maduren de manera más uniforme. Esto contribuye a la calidad de la cosecha y evita la sobreproducción de azúcares en los granos, lo que puede resultar en un sabor amargo.
Menos plagas y enfermedades: Las altitudes más altas tienden a estar menos afectadas por plagas y enfermedades que las regiones más bajas. Esto reduce la necesidad de pesticidas y agroquímicos, lo que a su vez contribuye en la calidad del café.
En conclusión, la altitud es solo uno de los muchos factores que influyen en la calidad del café, pero es un elemento esencial para la producción de café de alta calidad.
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